Eventos Inesperados
Era una mañana muy especial para
la joven Fátima: a sus quince años ella tenía el enorme honor de ser la primera
mujer que llevaría la bandera del colegio San Norberto. Ella estaba muy animada
y algo nerviosa, ya que la ceremonia invitaba a otras escuelas a participar en
una marcha por la paz mundial. La televisión local cubriría el evento, por lo
cual se levantó a las cinco de mañana y se dedicó no solo a arreglarse sino
también a despertar a todos los miembros de su familia.
"¡Ya es la hora! ¡Levántense todos!", gritaba Fátima en la habitación
de sus progenitores. Su padre se tapó con una almohada mientras que la madre se
levantaba pegando un gran bostezo. Al llegar a la habitación de su hermano
Dieguito, se dio cuenta de que estaba profundamente dormido.
"¡Oye, despierta!" Decía Fátima la cual lo movía mientras que el menor roncaba profundamente. "¿Sabes que
día es hoy?... ¡Es el día en que tu hermanita, la que más quieres en el mundo,
se va a lucir frente a millones en la televisión!" El niño abrió los ojos
lentamente y la miró fijamente solo para levantar su pequeña mano y enseñarle
el dedo del medio diciéndole: "¡No me importaaaaaa...!"
Fátima, molesta y roja como tomate, cogió el colchón y lo levantó con tanta
fuerza que lanzó a Dieguito por los aires y este cayó de cara. "¡Cómo le
faltas el respeto a tu hermana, descarado!¡Mocoso malcriado!" El niño, con
lagrimitas en los ojos, solo decía: "¡Pero si son las cinco y
quince!Además, ¿quién te va a ver, si lo va a transmitir el canal del
Estado?" La niña, de cólera, le puso el pie en la cabeza y lo comenzó
aplastar hasta que la madre la detuvo".
"¡Ya es suficiente, Fátima!¡Contrólate!" Fátima se tranquilizó y se
sacudió su uniforme. "Lo dejo en paz, mami. No solo por que tú lo dices,
sino porque me está llenando mi uniforme de caspa. ¡Ekkkkk! ¡Ahora me voy a
tener que cambiar de medias!" El niño, tirado y adolorido, le agradeció a
su madre por rescatarla de su tormento, pero esta, tras un breve un olfateo de
su nariz, le ordenó que se bañe."¿Por que me castigan así, si yo soy la
victima? ¡Buaaaaaaa...!"
Ya durante el desayuno, todos estaban tranquilos. La madre había preparado unos
deliciosos huevos fritos con jamón, salchicha y tocino. Mientras que el padre de familia tragaba su comida como si fuera
un hipopótamo hambriento, al mismo tiempo que Dieguito comía su cereal. Fátima, por su
parte, solo le pasaba mantequilla orgánica a su tostada integral. Todos estaban
alegres, excepto ella ya que, a pesar de su aparente tranquilidad, se
decía dentro a si misma : "¡Espero no cometer ningún error!¿Y si mis
rivales me sabotean?¡Seguro que al director se le ocurrirá algo para que no
marche!¡Qué cojuda que soy! ¿Por qué estoy tan nerviosa y por qué se me
mueve el estomago?" Sus pensamientos estresantes le habían causado un
pequeño dolor en el abdomen.
"¿Hijita, te sientes bien? Se te ve algo mal", decía su madre
preocupada. "No, Mami. Estoy algo nerviosa", contestaba la menor.
"Pues, has tenido esos dolorcitos en varios días; si sigues preocupándote
así, te va a dar gastritis" Fátima se tocaba el estomago ya que poco a
poco se incrementaba el dolor. "¡Mami! ¿Mi hermanita no estará embarazada?",
pregunto en tono de broma Dieguito. lamentablemente eso significo que su hermana lo cogiera del pellejo de la espalda
y lo levantara rapidamente por los aire para darle un giro triple y lanzarlo por los aires para que luego este estrellarse contra el techo de la sala, Esto
significo tambien un susto para sus padres los cuales se preguntaban si su hija
había salido con su 9 semanas y media . "¡Pedazo de mocoso malcriado!¡Como
se te ocurre decir eso!¡cuando te despegues de alli arriba te dare una paliza!
Fatima estaba furiosa, de pronto
algo salio mal, un terrible dolor aparecio cerca de su estomago- Su sufrimiento se incrementó al máximo. Esto
preocupo a sus padres, ya que se dieron cuenta que no era simple cuestion
nerviosa. En ese mismo instante Dieguito cayo al piso y antes de que se pudiese
levantar, la joven vomito sobre embarrándolo por completo, y cayó al piso
retorciéndose de dolor. En ese momento su hermanito menor no solo se molesto
por que lo ensucio, si no por que tambien descubrio que ella era la que había
estado robando sus caramelos
Su familia Inmediatamente la llevo al hospital de emergencias debido al
terrible sufrimiento que padecía. Fátima nunca había dicho nada que había
tendio esas molestias tras una mala
caída en el colegio y ella se lo había guardado en secreto para asistir al inportante
evento . Cuando el doctor la reviso encontró algo peor al ver la piel blanca de
su estomago oscurecerse. "¡Ella tiene peritonitis! ¡Hay que operar de
inmediato!" El Doctor habló con su familia, que estaba muy preocupada. Lo
único que les dijo fue que se haría todo posible y que recen para que todo
salga bien.
Durante la operación, Fátima cayo bajo el efecto de la fuerte anestesia; no
sentía dolor ni tenía sensación alguna; solamente soñó. Se vio en un
lugar lleno de estrellas, vestida con una manta transparente y andando con los
pies descalzos por un camino dorado. De pronto escuchó una terrible explosión
que la remeció y la tiró al suelo."¿Qué paso?" De pronto, otras seis
explosiones la lanzaron unos metros atrás. Al levantarse, comenzó a ver que
alguien se acercaba.
Se trataba de un amigo suyo llamado Christian Gálvez. El muchacho estaba
asustado. Fátima, preocupada, le preguntó qué le ocurría. Pero Christian apenas
le respondió: "¡Nos están matando, Fátima!" Inmediatamente vio que
todos sus compañeros de su escuela llegaban en masa. "¿Qué nos está
pasando?", gritaban desesperados, era toda una orquesta llena de
sufrimiento."¿Qué diablos pasó, Christian?¡Habla!", le gritaba la
niña a su compañero mientras lo sostenía por los brazos.
"¡Fue la explosión!..." Christian le iba a decir más, pero una enorme
y monstruosa mano lo cogió de la cintura. Era la de un gigantesco demonio de
seis brazos que devoraba, uno por uno, a cientos de menores que gritaban de
dolor y sufrimiento mientras eran masticados. A Fátima, que estaba
aterrorizada, solo le quedó correr lo más que pudo. Demonios voladores se
lanzaban sobre otros menores que querían escapar. Los niños no podían contra la
velocidad de los apocalípticos seres que los devoraban como un águila a un
conejo.
Fátima no podía más. Cayó al piso esperando resignadamente su final. Pero antes
de que la bestia la atrapara, alguien le cercenó la cabeza a esta. Era un bello
ángel de cabellos dorados; tenía una espada celestial que lanzaba un aura
dorada, e irradiaba una presencia espiritual que resultaba
tranquilizadora."¡Ayúdame a salvar a mis amigos!¡Por favor!", le
pedía Fátima a su celestial protector. "¡No puedo —le respondió el
ángel—, su almas le pertenecen ahora a Satanás!" Fátima quedó pasmada
por la respuesta."Sus almas, al igual que la tuya, fueron vendidas
al Señor del Mal. Pero, a diferencia de ellos, tu alma no estaba en medio
del círculo de sacrificio. Ahora tú eres la única que eres capaz de
salvarlos", decía la voz del ángel mientras este la miraba seriamente.
De pronto, la enorme bestia de los seis brazos se paró detrás de
ellos."¡Dámela! ¡Ella me pertenece!", gritaba el demonio". ¡Mi
Señor, el Creador, me ordenó protegerla, y tú debes acatar su orden
también!" El enorme monstruo intentó capturarla, pero el ángel fue más
rápido y llevó a Fátima lejos, lo más veloz que podía; sin embargo, eran
perseguidos por su enemigo, al cual le habían crecido dos enormes alas.
"Escúchame. Yo me llamo Rafael, y puedo protegerte aquí. Pero no puedo
hacer nada por ti en la Tierra de los mortales, ya que estás maldita. Ellos te
haran perder todo hasta lo que menos te imaginas... ¡Pero tú jamás debes perder
la fe!"
El ángel se situó frente a una
gran puerta de luz y le dijo a Fátima, que no terminaba de entender lo que
ocurría: "Pero Nuestro Señor no te dejará sola, hija mía. Él te enviará un
protector mortal que te ayudara no solo a salvar tu vida, sino a salvar las
almas de tu compañeros. Ahora, lo importante es que, a pesar de todo lo
que te pase, te mantengas con vida". Fátima, asustada, lo miró a los ojos
y le preguntó: "¿Pero, qué tengo que hacer?" El celestial ser le
contestó: "Él estará a tu lado cuando despiertes". En ese momento, la
bestia demoníaca se paró frente a ambos y se lanzó al ataque. Rafael empujó a
la niña, que cayó en un círculo de luz, a la vez que el guerrero sacó su espada
y se lanzó al combate.
"¡Doctor!¡Ya volvió a latir
su corazón!", decía uno de los asistentes que estaba con los desfibradores
en la mano. El doctor se secaba la frente, su nerviosismo le había
hecho sudar. "¡Gracias a Dios!¡Hubiera sido horrible para
mí tener que decirle a sus padres que su hija había muerto!" Una
de las enfermeras que vigilaba los signos vitales confirmaba que todo había
vuelto a la normalidad. "¡Con tanto esfuerzo que estamos haciendo, espero
que ella no termine bailando en el tubo de algún cabaret dentro de unos
años!", decía el anestesiólogo con mucho sarcasmo.
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